domingo, 8 de junio de 2014

Ronald Laing y los sentidos de la locura.

Por Rodrigo Gómez M.

Nota: Todas las citas pertenecen al libro Los locos y los cuerdos (1980. Editorial Crítica, Barcelona. Fue primeramente publicado en italiano en 1979).

Pienso destacar algunos puntos entorno a la locura, que surgen de la entrevista que le realizara a Ronald Laing, el psicoanalista italiano y alumno de Laing, Vincenzo Caretti, publicada en italia en 1979, y que apareciera en versión española en 1980 con el título de Los locos y los cuerdos.
En esta entrevista que repasa los principales temas de la obra de Laing, se habla de tradiciones religiosas, de referencias filosóficas que marcan sus reflexiones, de los cambios culturales que afectaban (y afectan) a los modos de vida urbana o a la familia, de psicoanálisis, de trastornos mentales, de Zen, de drogas, etc. Para los que no están aún muy familiarizados con su obra, es una buena forma de echar un vistazo general a sus temas más importantes, y de cartografiar algunas de sus referencias o fuentes de su formación personal, que van desde la Biblia, la filosofía clásica griega y la helenística, "la tríada Berkeley-Locke-Hume", Spinoza, Kant, Kierkegaard, Nietzsche, Freud y una revisión de distintas variantes dentro del psicoanálisis, o la fenomenología (una influencia importante para él), volviendo desde Sartre (cuya relevancia Laing hace explícita en su propia obra) hacia Husserl y sus "Ideas", entre otras orientaciones que captaron su interés.
Según menciona Laing en esta misma entrevista, una de la imágenes que compendia lo que ha buscado durante mucho tiempo es "la multiplicidad de diferentes melodías o estructuras, que se desarrollan en recíproca conexión, alternando en el curso del tiempo momentos de discordia, y momentos de resolución de conflictos: en resumen, una secuencia temporal de relaciones entre distintas trayectorias que, unidas, componen una metaestructura." A partir de esta búsqueda, resulta interesante ver como se pueden conectar los temas fundamentales que trata en esta entrevista, y a la vez percibir su profunda visión de conjunto con respecto a un determinado fenómeno. Ya no se ve aisladamente, como acostumbra a ocurrir con la mirada empírica científica. Logra contextualizar y relacionar con notable habilidad intelectual. Vincula transformaciones embriológicas, mitológicas y psicológicas, que dan lugar a "embriogemas -esquemas de transformación embriológica en nuestro ciclo vital- y mitologemas y psicologemas, es decir, esquemas que surgen respectivamente en los ámbitos de la mitología y de la psicología." (pág.70). Esta interesante hipótesis, que considera el trayecto individual simbólicamente, como el viaje de un héroe, tiene repercusiones amplias en el entendimiento de la evolución del hombre como individuo. En palabras de Laing: "Ello une, por último, la serie embriológica a la serie alquímica, a la psicológica y a la mitológica, confirmando la idea de que sufrimos un conjunto de transformaciones estructurales que, ciertamente, no resulta manifiesto ni visible para todos nosotros, a lo largo de nuestra vida." Así también, con su característica atención a lo estructural, cuestiona el esquema del complejo de Edipo como único destino posible de lo pulsional en cuanto a identificaciones infantiles, en parte remitiendo a las ideas de Deleuze y Guattari al respecto, o bien hipotetiza sobre la posible existencia de distintas matrices de experiencia a partir de los estadios embriológicos, que vayan más allá de la matriz perinatal como es descrita por Stanislav Grof con respecto a las experiencias transpersonales,  aunque está claro que el mismo Grof ha ido más allá de la etapa del nacimiento en sus investigaciones. El caso es que la mirada relacional de Laing, también se evidencia en su visión de la locura.

Una hipótesis interesante para entender lo que se ha denominado esquizofrenia, es la que Laing recuerda a partir de un ensayo propio titulado Ritualization and Abnormal Behaviour, publicado en 1966. Al respecto de ese ensayo, recuerda: "Utilizando el término "ritual" en su acepción tanto antropológica como teológica, proponía la idea de que una cierta conducta, del tipo que calificamos de esquizofrénica, puede ser vista como para-ritual, o meta-ritual, o como la desritualización de nuestros rituales ordinarios." Se podría ver la locura como un Anti-ritual, o bien, como una abstención o no participación en los juegos de lenguaje colectivos. Laing recuerda que ciertos antropólogos hablan de los individuos excluidos de los rituales sociales de su comunidad, como equivalentes a "nuestros esquizofrénicos", es decir, los de las sociedades industriales occidentales. "Quiero decir que no es incongruente establecer un cierto paralelo entre la situación de estos excomunicados, entre estas islas de no reciprocidad comunicativa por un lado, y la condición del esquizofrénico en Occidente, por el otro.". La diferencia con estas otras sociedades como las africanas o brasileñas en su enfoque de estos excluidos, según comenta Laing, es que en lugar de atribuir la causa de esta "disyunción social" a una enfermedad, la explican en base a lo sobrenatural: karma, posesión de un demonio, etc. Se ha planteado desde un ámbito antropológico, que una condición social importante en Occidente que estaría llevando a un aumento de este tipo de disyunciones sociales, sería precisamente la pérdida de importancia de ciertos rituales sociales explícitos, pero Laing no concuerda mucho con esta hipótesis ya que, como él mismo señala, existen culturas altamente ritualizadas que tambien tienen sus trastornados, dando el caso por ejemplo de locos en las mezquitas del Marruecos islámico. Lo que sí cree, es que hay una limitación en la expresión del dolor individual de manera que sea apoyada colectivamente, y que está afectando realmente a la salud mental en Occidente. Al respecto menciona "la carencia de una efectiva libertad de expresar el luto, que incluye la libertad de compartir el propio dolor con los demás, de modo que éste no se reduzca a algo miserable y solitario. [...] el luto es bajo numerosos aspectos una ocasión de gratificación social, de refuerzo de los vínculos existentes entre los que quedan." La pérdida parental y la dificultad de desarrollar el duelo, en algunos casos se puede relacionar directamente con la esquizofrenia, como lo expresa el propio Laing, precisando luego que "el material estadístico nos informa de que la mayoría de las personas diagnosticadas de esquizofrenia han perdido a un progenitor o se han visto separadas de los padres antes de los dieciséis años." Agregaría aquí que cabría ampliar este tipo de causalidad hipotética, si no se toma sólo como referencia una muerte o separación concreta, sino también las ausencias afectivas , los rechazos o supresiones de ciertos vínculos por defensa psíquica, bloqueos y escisiones inconscientes, etc., que derivan de conflictos traumáticos a nivel familiar, y que afectan el desarrollo mental del paciente. Pero evidentemente Laing se refiere aquí a las pérdidas reales directamente lamentadas, y a la tendencia social a suprimir las manifestaciones de un dolor emocional profundo.

Laing considera el tema medular de la incoherencia en la locura, a partir de los "afrontamientos del no-ser" que planteara Paul Tillich. Según recuerda Laing de una conversación con Tillich, "me explicó que nos vemos obligados a afrontar el no-ser en la forma de no-ser metafísico, biológico y moral: por un lado, nuestra propia aniquilación en términos de futilidad, de ausencia de significado, de una sensación de valor cero, es decir, de no tener, moralmente, nada bueno.".
Laing plantea una cuarta alternativa de afrontamiento del no-ser, que constituye el núcleo de la locura: "se trata de la pérdida de la coherencia, es decir, la pérdida de una relación coherente con un mundo coherente". Sin embargo en el caso paranoico, pero también en el obsesivo, se ejemplifica bien lo que Laing llama "una especie de coherencia de sentido único, sin compartirla con nadie", lo que también puede darse como una "coherencia artística", agrega. Las incoherencias pueden ir desarrollándose cada vez más, pero a nivel intrapsíquico, derivando en una plena situación de desintegración del yo: "si toda la subjetividad de la persona se hace incoherente, ésta sufre toda una gama de estados de perplejidad, confusión, dilemas irreconciliables, bloqueos, escisiones, divisiones, etc." Se puede decir que el hecho social de constatar un estado psicótico en un individuo, se explicaría en palabras de Laing, de la siguiente forma: "si nuestro llamado inconsciente empieza a expresarse en términos incompatibles con la necesidad de compartirlo con otros; o,si los otros se manifiestan incapaces de reconocer la expresividad de nuestra subjetividad; y, en lo que a ellos respecta, al no estar nosotros sintonizados en su misma longitud de onda, nos hallamos en un mundo que no es el suyo, y entonces surge la cuestión del estar loco, esquizofrénico, psicótico." Laing destaca el aspecto social que está en el núcleo de lo que consideramos locura, a partir de la ilusión de individualidad que ha sido cuestionada en la filosofía durante el siglo XX, y aquí observa un punto central de su perspectiva sobre la locura, influenciada por una mirada fenomenológica: "Yo no definiría la locura como un viaje en el inconsciente. Nuestras mentes ocultan siempre la tendencia, desviada, a pensar en términos de un solo individuo cuando se habla de esquizofrenia, locura, cordura, etc. No hemos de olvidar que el lenguaje nos induce constantemente al error que en El ser y la nada Sartre imputa a Hegel y a Heidegger, junto con Husserl. Esto es, el error de hablar repentinamente de la subjetividad de una persona como si no fuese intersubjetiva, como si se la pudiese extrapolar del universo como una esencia, como una cosa en sí." (los subrayados son nuestros, salvo el del título de la obra de Sartre). Aún explicando la locura inevitablemente desde una perspectiva social, como un problema en parte comunicativo, Laing habla de ciertos estados de "desconcierto y/o falsa lucidez" que puede sentir un individuo. Una alternativa de posible sanación que propone es la de un mirar, poner atención a lo que ocurre, lo que a su parecer puede ser una experiencia Zen, un "dejarse ir, sin sobreponer sus propios caprichos, entonces, de todo este caos parece brotar un cierto orden." Al respecto menciona la idea de que acompañando al diagnosticado con esquizofrenia, sin interferir en su mente, y dejando emerger "todo lo que quiera emerger", "se presenta una secuencia comparable a las secuencias descritas en los mitos y en los ritos de todo el mundo." Aquí reaparece una  referencia importante para Laing con respecto al trasfondo mítico de lo psíquico: Jung y su libro Símbolos de transformación, un indagador amplio de lo inconsciente al cual se refiere en varias ocasiones de la entrevista. Desbloqueando confrontaciones internas, o "si comienza a manifestarse aquella función trascendente del Ello, que Jung consideraba el factor central de la curación", empiezan a surgir las formas primordiales de lo arquetípico. A partir de ese momento del emerger, se hace posible una conversión del paciente, una nueva visión de sí mismo, lo cual equivale a un proceso de metanoia simbólica, una transformación interior con respecto a la identidad anterior, y una posible curación profunda, al alcanzarse una consciencia integrada.

1 comentario:

  1. Son varias las conductas que son la expresión de una desorganización del pensamiento y las hay con o sin presencia de delirios y alucinaciones.
    Laing, se confunde cuando trata de re-conceptualizar la posible enfermedad, ya que lo que hay es trastornos de la personalidad con rasgos: de desorganización con o sin delirios.

    La inadaptación social es relativa, por que están los que se sienten vulnerables al medio y otros alteran el medio que favorece la aparición de depresión, ansiedad y abuso de sustancias.
    Desde una opinión diferente hablaría más de enfermos y no de síndromes de una enfermedad

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