martes, 10 de junio de 2014

Cápsulas informativas para el bienestar mental: Qué hacer con la rabia o la ira.

Por Rodrigo Gómez M.


A veces existe una relación directa entre la violencia que no logramos manifestar hacia algún ser u objeto externo y la que es ejercida sobre uno mismo, que se puede experimentar como culpa o pesar. De hecho, Freud explica el mecanismo de la melancolía precisamente como un autocastigo que logra evitar expresar abiertamente la hostilidad hacia los seres amados. Más tarde A. Lowen explica: "Toda persona deprimida ha actuado anteriormente sobre la negación de su negatividad." Esta negatividad por lo general es una violencia acumulada hacia esas fuentes de apoyo vital que son las figuras parentales. Para Lowen expresar la ira en la terapia era una parte importante en el proceso de recuperar el contacto con el propio cuerpo y, por tanto, con el propio ser.

¿Qué hacer con la ira?

Quiérela, abrázala, ilumínala. 
En un principio hay que reconocerla, aceptarla. El maestro budista Thich Nhat Hanh recomienda abrazar la propia ira, quererla como una parte nuestra que necesita nuestra atención y aceptación.
Luego también puede ser útil liberar parte de ella en un contexto terapéutico como planteaba Lowen.

Pero para ser más específico, te daré algunas otras sugerencias.

1- Experimentarla primero en soledad para comprenderla mejor, no reprimirla.

2- Ver cada vez con más detalle el objeto que está produciendo la ira.

3- Establecer el contexto y las circunstancias de la situación o situaciones que llevaron a la ira.

4- Realizar una averiguación racional acerca del motivo de la ira, con preguntas como. ¿por qué? ¿cómo? ¿cuando?, etc.

5- Si hay una persona específica (o más de una) que consideras como motivadora de tu ira, intenta utilizar la empatía, ponerte en su lugar, buscar posibles motivos de tal o cual acción que te enfadó.

6- Deja momentaneamente de lado el motivo de tu ira, volcándote hacia otras experiencias, para ver si el sentimiento ha cambiado, o has aprendido más sobre él.

7- Busca otros vínculos sociales hacia donde enfocar tus emociones, para ver si es conveniente dejar de lado el motivo de tu enfado, o termina desapareciendo.

8- Sustituye los pensamientos o recuerdos que te llevan a la ira, centrándote en tu lado productivo, aportando a otros a través de nuevas iniciativas, llevando a cabo algo útil, haciendo un favor, etc. Este tipo de acciones además de reencaminar tus energias, pueden elevar tu autoestima y mejorar un poco el mundo.

Eso es todo por ahora, ojalá que estos consejos te resulten útiles. Pronto espero subir la segunda parte con más sugerencias para afrontar la rabia o la ira.



Cápsulas informativas para el bienestar mental: Cómo resolver contradicciones.

Por Rodrigo Gómez M.

Existen contradicciones muy graves que nos paralizan por completo, pueden provocar pánico, o a veces actuan pesadamente sobre el estado anímico en forma de abatimiento o tristeza. Hay algunas que en grados de arraigo mental profundo o desarrollados gradualmente pueden llevar a trastornos mentales mayores, por ejemplo si están asociadas con figuras parentales u objetos de afecto importante.

Podriamos evitar que un estado mental nocivo se agrave, si logramos resolver ciertas contradicciones clave.

En primer lugar puede ser útil catalogar el tipo de contradicción, en términos generales, entre: a) las que se relacionan con un conocimiento o saber de algo específico (concepto o idea),  b) las que se relacionan con una decisión que se debería tomar con respecto a una acción que habría que realizar, o c) las que se relacionan con un sentimiento hacia algo o alguien.

1- Toma distancia. Si es posible, deja momentáneamente de lado los motivos de la contradicción, para pensar en algo completamente distinto, o realizar una actividad placentera. Esperar un momento en que uno se siente repuesto, de buen humor o con un buen nivel de energía, para replantearse la contradicción, en busca de una posible solución, puede ser lo más conveniente.

2- Preguntate si puedes vivir con esta contradicción, dejarla de fondo, sin prestarle atención, o su resolución es indispensable para ti. 

3- Explicita las consecuencias de no lograr resolver la contradicción para saber si son realmente graves. (No pienses que es eternamente irresoluble, piensa que puede haber otras personas que sí conocen la solución.).

4- Pregúntate si las dos opciones ¿se oponen completamente?¿No pueden convivir juntas?¿Cómo pueden convivir juntas?. Imagina una o varias posibilidades en que puedan lograrlo. 
  
5- Usa un personaje o persona interpuesta que de una posible respuesta. Cómo respondería tu madre o tu padre si tuviera que plantearse tu misma contradicción. Cómo reaccionaría tu mejor amigo, un ex-profesor que apreciaras por alguna virtud, un antiguo guía moral, alguien que admires, un maestro espiritual (el Dalai Lama por ejemplo, o una persona muy inteligente de cualquier ámbito (imagina qué haría Einstein ante esta contradicción).
  
6- Utiliza preguntas esclarecedoras: ¿cómo?, ¿cuando?, ¿dónde?, etc. Ejemplo: ¿cómo se produjo el motivo de la contradicción? ¿en qué momentos no se nota la contradicción?, etc. Puedes adaptar de distintas formas un comienzo de pregunta, según tus propias circunstancias.

7- Plantea la contradicción desde la perspectiva del bien mayor y el bien menor. Qué conviene más según los componentes de la contradicción. O de qué forma hay menos perjuicio.
  
8- Haz una lista de costos y beneficios. Bajo cada uno de los componentes de la contradicción, escribe cuales son los costos de actuar a su favor y cuales son los beneficios. 
  
9- Reemplaza los términos de la contradicción por conceptos o ideas afines, que sí puedan compatibilizarse. Altera gradualmente el sentido de estos términos hasta que logren conciliarse.
  
10- Si se trata de una contradicción con respecto a un saber o conocimiento concreto, busca fuentes específicas, como textos de referencia, enciclopedias, glosarios sobre el tema, textos de estudio, libros introductorios sobre el tema, artículos académicos que te ayuden a profundizar un nivel o más por debajo de la contradicción, para llegar a un momento en que se vea con claridad.



lunes, 9 de junio de 2014

El Zen según Thomas Merton.


Por Rodrigo Gómez M.

 "Lo que pasa con el Zen es que empuja las contradicciones hasta su límite máximo, donde uno tiene que escoger entre la locura y la inocencia."
Thomas Merton, El Zen y los pájaros del deseo.

Nota: La obra más consultada para este artículo es Zen and the Birds of Appetite (New Directions, 1968). Las citas de Mystics and Zen Masters, están tomadas de la recopilación de textos de Merton sobre oriente titulada Thoughts on the East (New Directions, 1995). Las abreviaturas de las obras utilizadas en este texto son ZBA para Zen and the Birds of Appetite y MZM para Mystics and Zen Masters. Me eximo de la numeración de páginas en las citas, debido a que la versión ebook de ZBA de la que dispongo, no incluye los números de páginas. Todas las traducciones son mías, incluida la utilizada como epígrafe.

Introducción
Acercamiento a una experiencia trascendental y al sentido del Nirvana
Posibles relaciones entre la pureza del corazón cristiana y el vacío budista.
Cierre

Introducción

Thomas Merton estuvo interesado durante muchos años en las tradiciones religiosas orientales. Uno de sus acercamientos a estas fue a través de los libros de Aldous Huxley, Medios y fines y La filosofía perenne. Escribió un libro sobre Gandhi (Gandhi on Non-Violence. Hay una versión en español titulada Gandhi y la no-violencia) y otro sobre el maestro taoísta Chuang Tzu (The Way of Chuang Tzu. Hay una versión en español titulada El camino de Chuang Tzu), ambos publicados en 1965. Dos años después publicó Mystics and Zen Masters (Místicos y maestros Zen), y al siguiente publicó Zen and the Birds of Appetite (El Zen y los pájaros del deseo). Dos momentos fueron decisivos para su profundización en el conocimiento del budismo: su encuentro con el gran estudioso y divulgador del budismo Zen Daisetz Teitaro Suzuki a fines de los 50, y las conversaciones con el Dalai Lama que sostuvo en Dharmasala, en 1968, de las cuales, junto con el contexto de su viaje, se guarda un importante testimonio en Asian Journal (Diario de Asia) publicado póstumamente. El Dalai Lama recuerda años después con palabras de aprecio aquellos encuentros, destacando los puntos de contacto entre sus respectivas posturas religiosas.
Gracias a sus lecturas sobre las tradiciones religiosas orientales, como las de los textos del mismo Suzuki, pero también por su profundo conocimiento de las prácticas contemplativas de los monjes cristianos, Merton supo aprehender desde su propia perspectiva contemplativa, nociones sutiles y profundas del pensamiento budista, como por ejemplo, el enfoque no-dualista de la realidad. Realiza un preciso análisis tanto de semejanzas como de diferencias, entre la perspectiva trascendente del Zen, y la que planteaban algunos místicos cristianos, principalmente los Padres del desierto
Al adentrarse específicamente en el pensamiento budista, Merton destaca por un lado el gran valor filosófico de sus planteamientos, como también su énfasis en lo vivencial. Así explica su modo de aproximarse al saber: "las ideas básicas del Budismo son filosóficas y metafísicas: ellos buscan penetrar el fundamento del Ser y del conocimiento, no por razonamiento de principios y axiomas abstractos, sino por la purificación y expansión de la consciencia moral y religiosa, hasta que alcance un estado de realización superconsciente o metaconsciente, en el cual sujeto y objeto se conviertan en uno solo."(ZBA).
Con respecto a los principios fundamentales del budismo, Merton expone por un lado el valor del desapego y de la trascendencia del ego, reflexiona también sobre el sufrimiento que impregna la experiencia de aquel que vive en lo ilusorio, y -con respecto a una etapa avanzada del camino- de la realización de una sabiduría que trasciende el deseo basado a su vez en lo ilusorio (aquello que nuestra mente condicionada nos hace creer que tiene una existencia independiente, y que en el fondo es vacío). En relación al sufrimiento (Dukkha), observa: "Así, dice el Budismo, la vida ilusoria en sí misma está en un estado de Dukkha, y cada movimiento del deseo, entrega su fruto último como dolor más que como gozo perdurable, como odio más que como amor, como destrucción más que como creación."(ZBA).
Y refiriéndose a la trascendencia del deseo añade: "Cuando el hombre está basado en la auténtica verdad y en el amor, las raíces mismas del deseo se marchitan, el quebrantamiento ha llegado a su fin, y la verdad es hallada en la totalidad y la simplicidad del Nirvana: perfecta consciencia y perfecta compasión."(ZBA).

Acercamiento hacia una experiencia trascendental y al sentido del Nirvana

En El Zen y los pájaros del deseo, al intentar responder a la pregunta ¿qué es la experiencia trascendente?, Merton expone comparativamente lo que esta experiencia significa (o puede significar), tanto en la perspectiva cristiana como en la budista, aludiendo de vez en cuando también al sufismo. Merton es claramente consciente de las similitudes y las diferencias sobre el tema, en ambas tradiciones, al haber sido un estudioso lúcido y constante de la espiritualidad más profunda. Un problema surge cuando se intenta entender la experiencia trascendente budista, desde conceptos que pueden parecer experiencialmente equivalentes en la tradición mística cristiana, la cual no deja de ser una perspectica inevitablemente teísta. He aquí, de hecho, el principio que separa ambas realizaciones (las de la experiencia trascendente budista y la cristiana), creando una brecha fundamental e indisoluble, y una limitación de comprensión para el creyente cristiano. Pero vamos primero a la definición que nos entrega de esta experiencia: "Es una experiencia de autotrascendencia metafísica o mística, y al mismo tiempo también una experiencia de lo "Trascendente" o lo "Absoluto" o "Dios", no tanto como objeto, sino como Sujeto. El Fundamento Absoluto del Ser (y más allá de eso, la Deidad como "Urgrund", es decir, una libertad infinita y sin radio) es realizado, por decirlo así, "desde dentro" -realizado desde dentro de "Sí mismo", y desde dentro de "mí mismo", aunque "mí mismo" es entonces extraviado y "hallado" en Él."(ZBA). Como podemos comprobar, hay aquí una clara descripción de la autoanulación del ego en el momento de ser uno con lo Absoluto. La experiencia trascentente nos permite acceder a un no-yo que, como agrega Merton "de ningún modo es un "yo alienado", sino por el contrario un Yo trascendente que, para aclararlo en términos cristianos, es metafísicamente distinto del Yo de Dios, y sin embargo perfectamente identificado con ese Yo por amor y libertad, de manera que parece ser un único Yo."(ZBA). Me detendré en la conclusión que agrega a continuación: "La experiencia de esto es lo que llamamos "experiencia trascendente" o la iluminación de la sabiduría (Sapientia, Sophia, Prajna)."(ZBA). Primero puede sospecharse con la utilización de la palabra iluminación (comúnmente utilizada desde la perspectiva occidental para referirse a la experiencia religiosa budista), que exista una confusión, pero luego esto se ve confirmado por la inclusión del concepto Prajna, ya que aquí estamos aludiendo a una realización tanto de las cuatro nobles verdades, como de shunyata, que es la conciencia del vacío. Esta confusión es grave, ya que en esta última experiencia, no puede existir la gran división provocada por la distinción entre Dios y sujeto trascendido, que debe existir en el éxtasis cristiano de comunión con Dios "por amor y libertad", como lo recuerda el mismo Merton. Más adelante vincula directamente las perspectivas cristiana y budista, para comprender el sentido de la "experiencia trascendente", comenzando por mencionar el concepto de "rapto": "El término tradicional en el misticismo cristiano, raptus, o "rapto", no implica la manera en que se es "arrastrado", que corresponde propiamente a la experiencia estética o erótica (aunque la imaginería erótica es usada para describirla en ciertos tipos de misticismo cristiano), sino de ser ontológicamente llevado "sobre uno mismo" (supra se). En la tradición cristiana el centro de esta "experiencia" no se encuentra en el yo individual como ego separado, limitado y temporal, sino en Cristo, o en el Espiritu Santo "dentro" de este yo. En el Zen es el Yo con Y mayúscula, es decir, precisamente no el ego-yo. Este Yo es el Vacío."(ZBA). Sin embargo, como decíamos, en la experiencia cristiana aún existe la presencia de lo divino como distinta del yo elevado sobre sí mismo. Es decir hay una división dentro de la mente, ya que conviven dos intenciones coincidentes (en seguida volveré sobre la idea de esta "división dentro de la mente"). Es posible que en la práctica de la experiencia misma, dios sea un recurso racional (conceptual) dentro de la fe del creyente, que intenta preservar el conocimiento doctrinal, y hacerlo coincidir con aquel momento extraordinario de la consciencia. O bien, puede ser vista la experiencia misma como una bendición que proviene de una persona divina, un don divino. La explicación simbólica más plausible de aquel Hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo..., podría ser la de que exista una sola voluntad actuando sobre todo lo existente (o más bien, en lo existente). Lo que se asemeja notablemente al sentido de la iluminación Zen, dentro de lo que que podemos hallar en las escrituras del Nuevo Testamento.
Con respecto a la división en la mente durante la experiencia trascendente cristiana, que sería según parece la gran división entre tradiciones para intentar acordar una experiencia común, el mismo Merton la explica más adelante. Tomando expresiones tradicionales cristianas, entre las que cita "tener la mente de Cristo", o "ver "en el Espíritu de Cristo"", explica que este Espíritu "es "dado" en Cristo como una superconsciencia trascendente de Dios y de "el Padre"."(ZBA). La intermediación personalista sigue vigente, ya que se da aquí una transposición de la Sagrada Trinidad en la persona humana. Intermediación y participación son dos consecuencias que inevitablemente alimentan esta gran división entre creencias. Como agrega Merton poco después "toda experiencia trascendente es para el Cristiano una participación en "la mente de Cristo""(ZBA). La "solución" (y disolución) más sólida y valiosa está en creer que esta "mente de Cristo" sea un estado mental personal vivido plenamente, sin división de intenciones compatibles. Pero esta tendencia a la división de poderes, esta necesidad de jerarquías tan acorde al trasfondo cultural de la vida de Cristo, aparece de otra forma. "Deja que esta mente sea en tí, como lo fue también en Cristo Jesús...quien se vació de sí mismo...obediente hasta la muerte...Por tanto Dios surgió en él y le confirió un nombre sobre todos los nombres." (Fil. 2:5-10)."(ZBA). Volvemos a la división de poderes.
Sin embargo, al momento de exponer el sentido budista de la experiencia trascendente, Merton es plenamente lúcido en su comprensión de esta. "El Nirvana no es la consciencia de un ego que es consciente de sí mismo, como de ser el que ya ha cruzado hacia "la otra orilla" (estar en la "otra orilla" es lo mismo que no haber cruzado), sino la Absoluta Consciencia-Base del Vacío, en la cual no hay orillas."(ZBA). También establece con claridad la importancia fundamental del desapego del propio ego -incluso bajo los engaños de la búsqueda de la propia realización egoísta-, para que esta experiencia pueda ser realizada: "Por tanto, se hace extremadamente importante para nosotros, desapegarnos de nuestra concepción cotidiana de nosotros mismos como sujetos potenciales de experiencias especiales y únicas, o como candidatos para la realización, logro y plenitud. En otras palabras, esto quiere decir que un guía espiritual que se precie, llevará a cabo una campaña implacable contra todas las formas de ilusión, que surjan de la ambición espiritual y la autocomplacencia, que pretende erigir al ego en la gloria espiritual."(ZBA).
En el Nirvana hay una liberación de los deseos que conforman la interminable lucha del ego, lo que permite por un lado terminar con la continua aflicción de tomar partido por lo que se perderá, o por lo que nunca existió realmente, más que como una formación mental. Por otro lado, esto nos permite desplegar una fuente nunca antes sentida de amor y compasión, ya libre de ataduras. "El Nirvana es la sabiduría del amor perfecto, basado en sí mismo y brillando a través de todo, sin encontrar oposición."(ZBA).

Posibles relaciones entre la pureza del corazón cristiana y el vacío budista

Como vimos al hablar de la gran división entre las perspectivas cristiana y budista, la creencia en la existencia de una persona divina en la mente del sujeto trascendido, hace que la noción de trascendencia en el misticismo cristiano, difiera de la experiencia budista. Un problema similar surge al intentar relacionar (como lo hace Merton en ZBA) la idea cristiana de pureza del corazón, y la noción de vacío budista. En palabras de Merton: "Desde el punto de vista metafísico, el Budismo parece tomar el "vacío" como una completa negación de toda personalidad, mientras que el Cristianismo encuentra en la pureza del corazón y la "unidad de espíritu", una suprema y trascendente realización de la personalidad."(ZBA). En primer lugar, esta reflexión de Merton sobre la pureza del corazón, debe ser contextualizada en el ámbito del relato bíblico de la pérdida del paraíso, y de la posibilidad de recobrarlo. Incluso antes debemos dejar claro que el mismo Merton define el paraíso no como un lugar físico o metafísico, sino más bien como un estado de la consciencia que ha recuperado su cercanía máxima con Dios, siendo nuevamente imagen de éste, y ya libre de las marcas del pecado: "Así -como escribe Merton- si un hombre puede deshacerse de las manchas y el polvo producidos dentro de él, por su fijación en lo que es bueno y malo en relación a sí mismo, será transformado en Dios y será "uno con Dios.""(ZBA). 
Lo que se opone al conocimiento inmediato de las cosas, que conlleva la recuperación de la inocencia de Adán en el Paraíso, es el saber relativo del mundo, junto con el cúmulo de identificaciones que tomamos como referencias para "navegar" en él. Este saber relativo es lo que San Agustín llamaba "conocimiento (Scientia) de la experiencia de las cosas temporales y cambiantes" (ZBA). En el mundo de la experiencia es donde el juego de los apegos, nos va distanciando cada vez más de Dios. Al referirse al alma humana en este deambular terreno, Merton explica: "Pero la experiencia de sí misma se vuelve un "peso" que gravita lejos de Dios. Cada acto de autoafirmación aumenta la tensión dualística entre el yo y Dios."(ZBA). Según cuenta en Sabiduría en el vacío (texto del apéndice de ZBA), los Padres del desierto reconocían la diferencia entre "el conocimiento del bien y el mal, por un lado, y la inocencia o vacío por el otro."(ZBA). Existe por tanto, una vuelta a un "grado cero" de la experiencia y la realización del "Hombre nuevo", aquel que toma residencia en el "Reino de Dios". Pero como lo reconoce el mismo Merton la "muerte del hombre viejo" no es una destrucción de la personalidad, sino sólo la "disipación de una ilusión", que ha separado al cristiano de su propio origen.
Con respecto a este estado de inocencia, puede decirse que se asemeja a la idea de disolución del ego. Hay un desprendimiento de los atributos que las personas no trascendidas considerarían intrínsecos a sí mismas. Aquel que ha alcanzado el estado de vacío en un sentido budista, no posee una personalidad, sino que a partir de la no-egoicidad emplea aquellos rasgos con que otras personas lo reconocerán. Digamos que la personalidad es el vehículo necesario para nuestra existencia social. La divergencia está en que en el cristiano que ha alcanzado la pureza de corazón, debe convivir esa inocencia con un conocimiento que lo orienta "desde lo superior", desde el ego mismo que permite reconocer el bien y el mal. La personalidad es el medio que realiza ese conocimiento, que lo manifiesta en palabra y acto.
Tanto la importancia de la figura intencional de Dios (la voluntad divina) en la experiencia trascendente, como la pervivencia de la personalidad en el cristiano "puro de corazón", parecen ser puntos que distinguen la espiritualidad cristiana de la budista, en el ámbito de la trascendencia.

Cierre

La mirada de Thomas Merton sobre el budismo Zen es atenta, perspicaz y profunda. Aquí he intentado tan sólo bosquejar algunas de sus ideas que me han parecido centrales al respecto. Un rasgo esencial de esta tradición mencionado por Merton, y que conviene recordar para terminar, fue el aspecto inmediato, transparente de la consciencia que se busca alcanzar a través del Zen: "Debido a que la intuición Zen busca despertar una conciencia metafísica más allá del ego empírico, reflexivo, conocedor, deseoso y hablador, esta conciencia debe estar presente inmediatamente a sí misma, y no mediada por un conocimiento, ya sea conceptual, reflexivo o imaginativo." (MZM). Por eso comprende que todo ser consciente puede acceder a ese estado de consciencia, más allá de las propias creencias (religiosas, políticas, etc.), de su formación educacional, o cultural en general. Es una forma de ver más allá de nuestros ordenamientos y condicionamientos mentales, aunque puedan seguir existiendo para cumplir su función en el mundo de lo fenoménico. "El Zen es consciencia no estructurada por una forma particular o un sistema particular; una consciencia trans-cultural, trans-religiosa, transformada." (MZM).







domingo, 8 de junio de 2014

Ronald Laing y los sentidos de la locura.

Por Rodrigo Gómez M.

Nota: Todas las citas pertenecen al libro Los locos y los cuerdos (1980. Editorial Crítica, Barcelona. Fue primeramente publicado en italiano en 1979).

Pienso destacar algunos puntos entorno a la locura, que surgen de la entrevista que le realizara a Ronald Laing, el psicoanalista italiano y alumno de Laing, Vincenzo Caretti, publicada en italia en 1979, y que apareciera en versión española en 1980 con el título de Los locos y los cuerdos.
En esta entrevista que repasa los principales temas de la obra de Laing, se habla de tradiciones religiosas, de referencias filosóficas que marcan sus reflexiones, de los cambios culturales que afectaban (y afectan) a los modos de vida urbana o a la familia, de psicoanálisis, de trastornos mentales, de Zen, de drogas, etc. Para los que no están aún muy familiarizados con su obra, es una buena forma de echar un vistazo general a sus temas más importantes, y de cartografiar algunas de sus referencias o fuentes de su formación personal, que van desde la Biblia, la filosofía clásica griega y la helenística, "la tríada Berkeley-Locke-Hume", Spinoza, Kant, Kierkegaard, Nietzsche, Freud y una revisión de distintas variantes dentro del psicoanálisis, o la fenomenología (una influencia importante para él), volviendo desde Sartre (cuya relevancia Laing hace explícita en su propia obra) hacia Husserl y sus "Ideas", entre otras orientaciones que captaron su interés.
Según menciona Laing en esta misma entrevista, una de la imágenes que compendia lo que ha buscado durante mucho tiempo es "la multiplicidad de diferentes melodías o estructuras, que se desarrollan en recíproca conexión, alternando en el curso del tiempo momentos de discordia, y momentos de resolución de conflictos: en resumen, una secuencia temporal de relaciones entre distintas trayectorias que, unidas, componen una metaestructura." A partir de esta búsqueda, resulta interesante ver como se pueden conectar los temas fundamentales que trata en esta entrevista, y a la vez percibir su profunda visión de conjunto con respecto a un determinado fenómeno. Ya no se ve aisladamente, como acostumbra a ocurrir con la mirada empírica científica. Logra contextualizar y relacionar con notable habilidad intelectual. Vincula transformaciones embriológicas, mitológicas y psicológicas, que dan lugar a "embriogemas -esquemas de transformación embriológica en nuestro ciclo vital- y mitologemas y psicologemas, es decir, esquemas que surgen respectivamente en los ámbitos de la mitología y de la psicología." (pág.70). Esta interesante hipótesis, que considera el trayecto individual simbólicamente, como el viaje de un héroe, tiene repercusiones amplias en el entendimiento de la evolución del hombre como individuo. En palabras de Laing: "Ello une, por último, la serie embriológica a la serie alquímica, a la psicológica y a la mitológica, confirmando la idea de que sufrimos un conjunto de transformaciones estructurales que, ciertamente, no resulta manifiesto ni visible para todos nosotros, a lo largo de nuestra vida." Así también, con su característica atención a lo estructural, cuestiona el esquema del complejo de Edipo como único destino posible de lo pulsional en cuanto a identificaciones infantiles, en parte remitiendo a las ideas de Deleuze y Guattari al respecto, o bien hipotetiza sobre la posible existencia de distintas matrices de experiencia a partir de los estadios embriológicos, que vayan más allá de la matriz perinatal como es descrita por Stanislav Grof con respecto a las experiencias transpersonales,  aunque está claro que el mismo Grof ha ido más allá de la etapa del nacimiento en sus investigaciones. El caso es que la mirada relacional de Laing, también se evidencia en su visión de la locura.

Una hipótesis interesante para entender lo que se ha denominado esquizofrenia, es la que Laing recuerda a partir de un ensayo propio titulado Ritualization and Abnormal Behaviour, publicado en 1966. Al respecto de ese ensayo, recuerda: "Utilizando el término "ritual" en su acepción tanto antropológica como teológica, proponía la idea de que una cierta conducta, del tipo que calificamos de esquizofrénica, puede ser vista como para-ritual, o meta-ritual, o como la desritualización de nuestros rituales ordinarios." Se podría ver la locura como un Anti-ritual, o bien, como una abstención o no participación en los juegos de lenguaje colectivos. Laing recuerda que ciertos antropólogos hablan de los individuos excluidos de los rituales sociales de su comunidad, como equivalentes a "nuestros esquizofrénicos", es decir, los de las sociedades industriales occidentales. "Quiero decir que no es incongruente establecer un cierto paralelo entre la situación de estos excomunicados, entre estas islas de no reciprocidad comunicativa por un lado, y la condición del esquizofrénico en Occidente, por el otro.". La diferencia con estas otras sociedades como las africanas o brasileñas en su enfoque de estos excluidos, según comenta Laing, es que en lugar de atribuir la causa de esta "disyunción social" a una enfermedad, la explican en base a lo sobrenatural: karma, posesión de un demonio, etc. Se ha planteado desde un ámbito antropológico, que una condición social importante en Occidente que estaría llevando a un aumento de este tipo de disyunciones sociales, sería precisamente la pérdida de importancia de ciertos rituales sociales explícitos, pero Laing no concuerda mucho con esta hipótesis ya que, como él mismo señala, existen culturas altamente ritualizadas que tambien tienen sus trastornados, dando el caso por ejemplo de locos en las mezquitas del Marruecos islámico. Lo que sí cree, es que hay una limitación en la expresión del dolor individual de manera que sea apoyada colectivamente, y que está afectando realmente a la salud mental en Occidente. Al respecto menciona "la carencia de una efectiva libertad de expresar el luto, que incluye la libertad de compartir el propio dolor con los demás, de modo que éste no se reduzca a algo miserable y solitario. [...] el luto es bajo numerosos aspectos una ocasión de gratificación social, de refuerzo de los vínculos existentes entre los que quedan." La pérdida parental y la dificultad de desarrollar el duelo, en algunos casos se puede relacionar directamente con la esquizofrenia, como lo expresa el propio Laing, precisando luego que "el material estadístico nos informa de que la mayoría de las personas diagnosticadas de esquizofrenia han perdido a un progenitor o se han visto separadas de los padres antes de los dieciséis años." Agregaría aquí que cabría ampliar este tipo de causalidad hipotética, si no se toma sólo como referencia una muerte o separación concreta, sino también las ausencias afectivas , los rechazos o supresiones de ciertos vínculos por defensa psíquica, bloqueos y escisiones inconscientes, etc., que derivan de conflictos traumáticos a nivel familiar, y que afectan el desarrollo mental del paciente. Pero evidentemente Laing se refiere aquí a las pérdidas reales directamente lamentadas, y a la tendencia social a suprimir las manifestaciones de un dolor emocional profundo.

Laing considera el tema medular de la incoherencia en la locura, a partir de los "afrontamientos del no-ser" que planteara Paul Tillich. Según recuerda Laing de una conversación con Tillich, "me explicó que nos vemos obligados a afrontar el no-ser en la forma de no-ser metafísico, biológico y moral: por un lado, nuestra propia aniquilación en términos de futilidad, de ausencia de significado, de una sensación de valor cero, es decir, de no tener, moralmente, nada bueno.".
Laing plantea una cuarta alternativa de afrontamiento del no-ser, que constituye el núcleo de la locura: "se trata de la pérdida de la coherencia, es decir, la pérdida de una relación coherente con un mundo coherente". Sin embargo en el caso paranoico, pero también en el obsesivo, se ejemplifica bien lo que Laing llama "una especie de coherencia de sentido único, sin compartirla con nadie", lo que también puede darse como una "coherencia artística", agrega. Las incoherencias pueden ir desarrollándose cada vez más, pero a nivel intrapsíquico, derivando en una plena situación de desintegración del yo: "si toda la subjetividad de la persona se hace incoherente, ésta sufre toda una gama de estados de perplejidad, confusión, dilemas irreconciliables, bloqueos, escisiones, divisiones, etc." Se puede decir que el hecho social de constatar un estado psicótico en un individuo, se explicaría en palabras de Laing, de la siguiente forma: "si nuestro llamado inconsciente empieza a expresarse en términos incompatibles con la necesidad de compartirlo con otros; o,si los otros se manifiestan incapaces de reconocer la expresividad de nuestra subjetividad; y, en lo que a ellos respecta, al no estar nosotros sintonizados en su misma longitud de onda, nos hallamos en un mundo que no es el suyo, y entonces surge la cuestión del estar loco, esquizofrénico, psicótico." Laing destaca el aspecto social que está en el núcleo de lo que consideramos locura, a partir de la ilusión de individualidad que ha sido cuestionada en la filosofía durante el siglo XX, y aquí observa un punto central de su perspectiva sobre la locura, influenciada por una mirada fenomenológica: "Yo no definiría la locura como un viaje en el inconsciente. Nuestras mentes ocultan siempre la tendencia, desviada, a pensar en términos de un solo individuo cuando se habla de esquizofrenia, locura, cordura, etc. No hemos de olvidar que el lenguaje nos induce constantemente al error que en El ser y la nada Sartre imputa a Hegel y a Heidegger, junto con Husserl. Esto es, el error de hablar repentinamente de la subjetividad de una persona como si no fuese intersubjetiva, como si se la pudiese extrapolar del universo como una esencia, como una cosa en sí." (los subrayados son nuestros, salvo el del título de la obra de Sartre). Aún explicando la locura inevitablemente desde una perspectiva social, como un problema en parte comunicativo, Laing habla de ciertos estados de "desconcierto y/o falsa lucidez" que puede sentir un individuo. Una alternativa de posible sanación que propone es la de un mirar, poner atención a lo que ocurre, lo que a su parecer puede ser una experiencia Zen, un "dejarse ir, sin sobreponer sus propios caprichos, entonces, de todo este caos parece brotar un cierto orden." Al respecto menciona la idea de que acompañando al diagnosticado con esquizofrenia, sin interferir en su mente, y dejando emerger "todo lo que quiera emerger", "se presenta una secuencia comparable a las secuencias descritas en los mitos y en los ritos de todo el mundo." Aquí reaparece una  referencia importante para Laing con respecto al trasfondo mítico de lo psíquico: Jung y su libro Símbolos de transformación, un indagador amplio de lo inconsciente al cual se refiere en varias ocasiones de la entrevista. Desbloqueando confrontaciones internas, o "si comienza a manifestarse aquella función trascendente del Ello, que Jung consideraba el factor central de la curación", empiezan a surgir las formas primordiales de lo arquetípico. A partir de ese momento del emerger, se hace posible una conversión del paciente, una nueva visión de sí mismo, lo cual equivale a un proceso de metanoia simbólica, una transformación interior con respecto a la identidad anterior, y una posible curación profunda, al alcanzarse una consciencia integrada.

Hacia un mundo mejor (I): Nuevas formas de vida

Por Rodrigo Gómez M.

La adolescencia ha sido una invención cultural estúpida, contraproducente, dolorosa e incluso horripilante para la humanidad. Una fuente inútil de sufrimiento, como una especie de purgatorio personal aparentemente ineludible, que hay que erradicar del mundo. 
El motivo de su gestación fue que el trabajo industrial no tenía nada que ver con la vida, que las fábricas eran zonas antinaturales de productividad, y que finalmente la adultez se convirtió poco a poco en un opuesto  radical de la infancia, y no su continuación natural como debía ser. 
Una evidencia del error por poner un caso: la supuesta "edad del pavo", en la que el chico cae en estado de zombie sin destrezas, huérfano de toda confianza, es un homenaje a la torpeza de la sociedad industrial para entender y acoger el fluir humano natural, dejando productos momentáneamente averiados llamados adolescentes, vagar en el vacío durante algunos años, sin saber bien "qué hacer con ellos". Ocultándolos, chocando con ellos dentro de las casas, con roces imprevisibles, ya que alteran o no participan del "ritmo" familiar.

Lo que hay que hacer es establecer campos culturales de reciclaje creativo-productivo, donde la infancia pueda transformar sus creaciones en obras intercambiables colectivamente. 

Sexualmente debe haber vinculación libre entre pares de ambos sexos, y sin límites en cantidad de integrantes, no inculcar autoritariamente formas de sexualidad "apropiadas", pero sí exponer modelos de vinculación afectiva de distintas procedencias culturales e históricas.

A los pre-adultos del futuro no sería conveniente preguntarles por su futuro, sino por su presente. Su sentir y hacer actual.
Los pre-adultos futuros entrarían a los talleres de acción y a las incubadoras de ideas, para conocer históricamente los modelos anteriores de relación productiva, y podrían entregar los suyos si quisieran.  

Aún la enseñanza secundaria es un ámbito de forcejeo memorístico y conductual, que depende demasiado de libros y posturas incómodas, separación del entorno físico natural, enajenación sensorial, olvido de las destrezas manuales, alejamiento radical de la creatividad. El espacio sigue demasiado estructurado.

Para que el proyecto se logre la adultez debe dejar de ser ese infanticidio consumado que ha sido hasta el día de hoy. Pero no con políticos que juegan playstation los fines de semana, sino con seres acostumbrados a tener sus "espacios artísticos" en sus propias casas, donde liberar tensiones, expandir sus mentes, expresar todo lo que sienten. Los adultos deben ser capaces de "ir a" y "volver de" sus estados de infancia con libertad y autoconsciencia.

Las zonas terapéuticas urbanas incluirían entre otros módulos, ámbitos de recreación real de sueños propios, con actores contratados, escenografías disponibles y utilerías necesarias. Lo que denomino Oniropráctica, la exteriorización concreta de los propios sueños.

(Continuará...)