viernes, 17 de enero de 2014

NOTAS SOBRE NARRATIVA (III)



Un animal mágico (el lémur del relato) y  las pestes del mundo. Principalmente las humanas. Son dos temas que atraviesan Ghost of Chance (traducido como El fantasma accidental[1]) de William Burroughs. El capitán Mission era un aliado de las fuerzas naturales, de un ánimo fundamental del entorno, de un pretérito sin palabra: “El capitán Mission no temía al Pánico, ese saber repentino e intolerable que nos dice que todo está vivo. Él mismo era un emisario del Pánico, del conocimiento que los humanos temen más que cualquier otro: la verdad de su origen. Está tan cerca. Basta borrar las palabras y mirar.” Sin embargo el hombre, arrebatado de codicia, amenaza ese lugar sin tiempo donde han habitado los lémures: “La belleza siempre está condenada.”. Cristo habla, y es como el rostro maligno hecho de su sangre verdosa. El poder devuelto al mundo natural –en contra del monopolio de los milagros que practicara Cristo – es también una devolución del poder al hombre: “De hecho, cada persona tiene la capacidad de curar y de influir en el clima.”. Deciamos en la nota que una traducción más adecuada podría ser El fantasma de la oportunidad. La metonimia de la oportunidad: el lémur. Ella también apunta al interior del hombre. “El hombre sabe que dispone de una oportunidad para crear la conexión que animará el ser que lleva en su cuerpo. Si no lo hace, el pequeño ser morirá dentro de él.”. Esa oportunidad es un retorno. Una superación de la escisión operada por la cultura. “El hombre vendió su alma a cambio del tiempo, del lenguaje, de las herramientas, de las armas y de la dominación. Y para asegurarse de que no se saliese de madre, estos invasores mantienen una plaza fuerte en el hemisferio cerebral no dominante. […]Una hendedura forma parte del organismo humano, la hendedura o grieta entre los dos hemisferios, de modo que cualquier intento de síntesis ha de permanecer inalcanzable en términos humanos. Extraigo un paralelo entre esta hendidura que separa los dos costados del cuerpo humano y la hendedura que dividía Madagascar de África continental. Un lado de la hendedura se fue a la deriva hacia una inocencia encantada, atemporal. El otro se movió, inexorablemente, hacia el lenguaje, el tiempo, el uso de las herramientas, de las armas, la guerra, la explotación y la esclavitud.”.




[1] Una traducción más adecuada podría ser El fantasma de la oportunidad.

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