Por Rolando Toro A.
Si el hombre es pavoroso, como lo describe Eurípides, posee, sin embargo, el don de la iluminación y de lo maravilloso.
Existen pocos pensadores capaces de realizar la aventura de asombrarse con la irresistible belleza del ser humano. Algunos poetas han vislumbrado el esplendor enceguecedor de ciertas criaturas, mas la sensibilidad se torna esquiva y errática en sus proximidades. Rainer María Rilke lo expresaba en la Segunda Elegía de Duino: "Todo ángel es terrible". En cada persona, aún en los desheredados de belleza física, en los enfermos, en los heridos por el odio y la frustración, existe un niño divino que espera al fondo del ser. Más nadie se atreve a mirar su propio esplendor o descubrir el esplendor de su hermano. "Los amantes dice Rilke-, si supieran hacerlo, podrían decirse cosas extraordinarias en el aire de la noche. Pues parece que todo nos oculta".
"Parece que todo nos oculta"... Cada uno exhibe una máscara para ocultar su belleza interior.
¿Por qué sentimos pavor frente al esplendor de la vida?¿Por qué nuestras acciones se dirigen a ocultar nuestro origen sagrado? Nos esforzamos en crear entidades de adoración: nuestros dioses, de modo que el esplendor quede distante de nosotros. Organizamos, así, una vida miserable ante el pavor de asumir nuestra propia divinidad. ¿Acaso el mito del ángel exterminador no representa sino nuetro miedo al contacto sublime?
Será necesario, para inaugurar una nueva civilización crear una Estética Antropológica, vale decir, un sistema de resonancia con la parte iluminada de nosotros mismos y de las otras personas; una especie de llave maestra del corazón, capaz de descubrir esa simiente de belleza inenarrable. No solo en las personas tocadas por la gracia y la perfección externa existe ese fondo iluminado, sino también en aquellas aparentemente feas o grotescas, porque la luz divina se asoma por igual en todos los seres humanos; una divinidad mira desde los ojos del leproso; un adolescente iluminado espera a la amada que no llegará jamás en la gran noche del corazón del anciano. Si lográramos sensibilizarnos a nuestra parte iluminada, si pudieramos crear una especie de fototropismo amoroso, toda nuestra existencia se transformaría.
Es necesario mostrar estos reflejos de la profundidad en los actos creadores, en la educación, en la psicoterapia y en el quehacer de cada día. descubrir el fondo de luz que nos anima es, en realidad una técnica de renacimiento. Tenemos, por lo tanto, un punto de partida para proponer un Modelo Metodológico de Estética Antropológica.
La Estética Antropológica tendrá por objetivo descubrir las vertientes humanas de belleza inenarrable, la belleza originaria de la vida. Hemos descubierto ya todas las vertientes del horror.
Una nueva tarea está por iniciarse: permitir la expresión de los potenciales humanos de vitalidad, placer, creatividad, amor, trascendencia..., los potenciales de la grandeza del hombre.
La especie humana está desvitalizándose. Los instintos, cuya función es la de conservar y regular la vida, han sido arrasados. Sin embargo, la misma fuerza que impulsa la vida en otras especies mueve nuestra existencia: el ímpetu vital que tiembla en el brote, en la crisálida o en un potro disparado en la brisa...
Otro de nuestros potenciales es el sexo, el impulso pleno de deseo, de fusión en el placer. ("Cuando el placer organiza tu danza se origina la estética del movimiento"). No se ha valorizado, hasta hoy, en la educación o en la psicoterapia el poder organizador del placer.
La tercera fuerza es la génesis creativa, la posibilidad de parirse a sí mismo y de expresar el mensaje biocósmico desde la pura intuición del instante a la creatividad existencial. Y así, todas las formas de fraternidad, de altruismo y de amistad como manifestaciones de un orden estético.
La Metodología de una Estética Antropológica será, desde mi punto de vista, "cenestésico-vivencial" y no "analítico-cognitivo".
El lenguaje apropiado es el movimiento pleno de musicalidad, organizado íntimamente por el placer del encuentro.
Estética Antropológica: la posibilidad del éxtasis en nosotros..., el abrazo, el contacto, el amigo. Estética Antropológica... en nosotros, el Paraíso.
(De La inteligencia afectiva. La unidad de la mente con el universo (2014),
Editorial Cuarto Propio).
No hay comentarios:
Publicar un comentario