viernes, 11 de octubre de 2013

MORAVAGINE. AMORAL. O UN MISTERIOSO PRESAGIO DEL 2013. (Por Rodrigo Gómez M.)





   Buen año para recordar a Moravagine, el singular personaje de la novela de Blaise Cendrars del mismo nombre. Esta novela, revisada y corregida muchas veces por Cendrars, y a través de por lo menos 30 años, fue publicada por primera vez en Francia el año 1926, y luego nuevamente en 1956, ampliada y corregida. Brevemente se puede decir que la novela  trata del encuentro y las visicitudes del médico psiquiatra Raymundo La Ciencia (Raymond la Science) con un paciente carismático e intrépido llamado Moravagine, al que ayuda a huir del psiquiátrico en que se encuentra interno, y donde este psiquiatra ha llegado a trabajar como primer asistente del doctor Stein, quien dirige el sanatorio o psiquiátrico en cuestión. Moravagine es abandonado allí por su familia aristócrata hungara, luego de una oscura historia en la que él termina cometiendo un cruel asesinato. A partir de la fuga del sanatorio vienen las peripecias que los llevan por Berlín (donde se insinua que Moravagine pudo cometer crimenes en serie), por Rusia (donde se unen a un grupo revolucionario), o posteriormente, al escapar de Europa,  a realizar en América una accidentada travesía por el Amazonas. Todos estos trayectos realizados por un médico que sigue a su paciente por “simpatía irresistible hacia este hombre pequeño, singular y trágico” que era, a sus ojos, Moravagine. 
   Digo que es un buen año para recordar a Moravagine, en parte porque, aunque no es una novela de anticipación, sino más bien cercana a la de aventuras y algo rocambolesca, en la tercera parte de esta novela, dedicada a los manuscritos de Moravagine, su primer capítulo se refiere precisamente a este año, y se titula “El año 2013”, el cual es seguido inmediatamente después por el capítulo titulado “El fin del mundo”. Al parecer no habría razones para alarmarse si se creyera en la existencia de dones proféticos por parte de  Moravagine (o de Cendrars). Para aclarar esto, intentaré mostrar en qué consiste este brevísimo capítulo (de dos páginas) sobre el año 2013. Luego de mencionar el encuentro con los fajos de los manuscritos, Raimundo La Ciencia escribe:

    “El primer fajo se titula El año 2013. Contiene datos históricos, sociales y económicos sobre los sucesos que nos acontecieron a nosotros, hombres, las primeras relaciones establecidas con el planeta Marte, así como la historia del primer viaje y el origen de esas relaciones. La narración está deshilvanada. Este estudio está ¡desgraciadamente! incompleto y presenta ciertas lagunas que no he podido cubrir. Moravagine hablaba muy poco de su estancia en el planeta Marte.”

   Luego La Ciencia nos dice que (sugerente juego de duplicidad semántica) el manuscrito se divide en tres partes, y sólo se limita a transcribir los títulos de las partes y de sus correspondientes capítulos. La primera contiene tan sólo un trozo lírico titulado “La tierra, 2 de agosto de 1914.”. La segunda (de siete capítulos) menciona una Gran Guerra que va de 1914 a 2013, y también hay otro capítulo sobre las relaciones de la civilización humana con la “Kultur marciana”. La tercera contiene otro trozo lírico titulado “Marte, 2 de agosto del 2013.” A partir de los títulos (como el “Capítulo VII: El Porqué de la Guerra.”), la imaginación puede sentirse estimulada a suponer una gran variedad de posibles sucesos históricos, que de fondo remiten a esa Gran Guerra de 99 años, que comienza el mismo año de inicio de la Primera Guerra Mundial. También puede suponerse una influencia directa –nociva o no- de parte de los marcianos. Si es que acaso estaban involucrados con los acontecimientos del mundo durante o antes de la guerra, o tal vez llegaron a actuar como salvadores del mundo ante el conflicto. Despierta también ganas de saber que habrá contenido ese trozo lírico final (“Marte, 2 de agosto del 2013.”) del manuscrito.
   Resulta interesante también que un capítulo central (por ubicación por lo menos), sea el IV (“Historia de Dos Desertores.”), ya que podría ser una autoinclusión dentro de la inclusión del manuscrito, de los dos personajes protagonistas -Raimundo La Ciencia y Moravagine- quienes se fugan de las normativas fijadas por los órdenes ideológicos del capitalismo e incluso del comunismo (se vuelven más bien anarquistas, ya que buscan derrocar al regimen, pero a la vez no dudan en traicionar a sus compañeros de bando, revolucionarios rusos, cuando lo amerita una necesidad profunda e imprevisible de Moravagine, quien es la principal fuerza-guía de los acontecimientos narrados).
   Ya en el primer capítulo (“El espíritu de una época”), Raimundo La Ciencia plantea su posición frente a un determinado accionar social implícito, que el mismo La Ciencia señala con el nombre de profilaxis: “¿En nombre de qué ley, de qué moral, de qué sociedad se permiten castigar? Internan, secuestran, aíslan a los individuos más señalados. Mutilan a los genios filosóficos, portadores, anunciadores de la salud del mañana. […]Sus teorías: defecación, hipómano. Se han convertido en agentes de una virtud burguesa, innoble, antiguamente propiedad exclusiva de beatones; han puesto su saber a disposición de una policía de Estado y han organizado la destrucción sistemática de todo lo que es fundamentalmente idealista, es decir, independiente.”. Luego apunta directamente a lo que hoy en día llamaríamos el “orden psiquiátrico”: “Mirad a los alienistas. Se han convertido en los servidores del crimen de los ricos. Bajo el modelo de Sodoma y Gomorra, han instalado paraísos a contrapelo; han edificado casas cerradas cuyo umbral sólo se franquea a golpe de billetes de banco, cuyo sésamo es el oro.”. Mezcla de centro de entretenciones y casa de reposo para adinerados, estas “casas cerradas” serían lugares de privilegio donde se permiten las distintas desviaciones sexuales o parafilias, y más ampliamente las desviaciones sociales de distinto tipo que están vedadas para el ciudadano medio (de menor nivel socioeconómico), en nombre de la salud pública: “Ahí todo está arreglado para el entretenimiento y el desarrollo de los vicios más raros. Ahí la ciencia más refinada favorece el sibaritismo de perturbados y de maníacos de una complejidad tan espantosamente moderna que los antojos de un Luis II de Baviera o de un Marqués de Sade no son más que juegos exquisitos. Ahí el crimen es regla. Nada es mostruoso, ni contra natura, Todo lo que es humano está ausente. La prótesis funciona en un silencio acolchado.” Detrás de estos paraísos asistenciales está la necesidad de orden público, de aislamiento sistemático de la consumación del deseo en sus formas prohibidas, pero reconocidas. Entonces conviene hacer la distinción. Están estos centros de privilegio, y están las prisiones de “alienados” desfavorecidos social y económicamente. Entre los spa de las extremas libertades y los centros de reclusión de libertinos indeseables.
   Si es que se dan adhesiones a colectivos durante sus aventuras (como en el caso de los revolucionarios rusos), lo que mueve a Moravagine, e indirectamente a La ciencia, que actúa en buena medida siguiendo la iniciativa de aquél, es un impulso ciego de la naturaleza que no se deja domesticar ni por sectores políticos, ni incluso morales: “¿Ángeles o demonios? No, permítanme reírme: autómatas, simplemente. Actuábamos como una máquina que gira en el vacío, hasta el agotamiento, inútilmente, como la vida, como la muerte, como se sueña. Ya ni siquiera teníamos el gusto de la desgracia.”.  Se podría hablar de nihilismo. O decir que Raimundo La Ciencia ha descubierto en Moravagine la verdadera fuente de la “Gaya Ciencia”.
      

  
  


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