Por Rodrigo Gómez M.
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La continua búsqueda paranoica de referencias morales en el exterior (advenediza y en constante reactivación), puede ser vista desde cierta psicología como un comportamiento motivado por un “locus de control externo”.
Es una heteronomía altamente arraigada en el sujeto.
El paranoico sufre de una heteronomía extrema.
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Un paranoico tiene constante duda respecto a su posición ética en relación a diversas acciones propias. Siente necesidad de ser supervisado continuamente.
El espacio de incertidumbre ética se expande aparentemente sin límites.
Esa extensión de lo incierto es proporcional al grado de supresión ideológica de las figuras de autoridad concebibles.
El trabajo del paranoico es el de un iconoclasta radical. Aquel que luego de un meticuloso o exhaustivo trabajo interior consistente en derribar ídolos, o intentar “expulsar mercaderes del templo” dedicado a honrar a su figura de poder, mira suspicaz – o temerosamente – a su alrededor esperando ver la sanción por venir. O la represalia social.
¿En nombre de qué dios o poder actuamos?
Cuando hemos derribado (aparentemente) a todos los ídolos con argumentos incisivos y convincentes, cuando podríamos convertir a cualquiera al ateísmo o al calvinismo, miramos a la audiencia... expectantes...
Puede ser que, en lo profundo de su conciencia, el paranoico no tome partido definitivo por ninguna clase de poder. Puede que todos los demás estén en lo correcto. Es una posición inevitablemente nihilista.
La “perspectiva” nihilista permite la libertad total. Tomar cualquier rol cuando sea conveniente. Explicar el sentido de cualquier acción. Ser demócrata o republicano. O mejor aún: ser demócrata y republicano al mismo tiempo, si es que fuera posible.
Lo importante es no poder ser atacado por nadie.
Así se alimenta el bucle de la “banda de Moebius”. El infinito torcido donde todo es fundamentable. Sólo es cuestión de saber cómo girar las cosas sin que se note.
Pareciera ser que el malestar o lo problemático en el metamorfismo paranoico, no es más que una actividad necesaria y recurrente para algunos políticos profesionales.
¿Donde está la diferencia?...
Casual e indirectamente esta pregunta me dio una clave de lo que puede hacer un paranoico. Llegar a correlacionar todo y al final poder preguntar: “¿cuál es la diferencia?”.
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El paranoico es al que intenta capturar la “policía” freudiana por el bien del utilitarismo capitalista, su verdadera ideología política.
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