Por Rodrigo Gómez M.
Una de las razones por las que el sentido de experimentación artística se puede averiar, es por la falta de consideración a los contextos de recepción. Los creadores se ven confrontados a una serie de interlocutores de su obra, cada cual con finalidades específicas (críticos, públicos varios, gente cercana, etc.), y en distintos tiempos de su propia trayectoria artística. Por lo tanto, es claro que un éxito multitudinario en un estadio al dar un concierto en vivo (en un determinado momento), no es una garantía para tener "buenos puntos" en una revista de música especializada. El artista responde a varios tipos de públicos al mismo tiempo y sucesivamente, por ende, los resultados deben ser diferentes por diversas razones, y diferenciados para poder orientarse. El artista abusa de la respuesta social. Utiliza diversos medios para ser recibido como creador de expresiones a nivel múltiple, lo que para un ser humano sensato sería una respuesta de su escaso núcleo de conocidos o "interdependientes". ¿Quien administra o cotiza este tipo de respuestas? ¿Un manager? ¡Imposible!. Sólo se basan en los que introducen capital directo a las arcas de una empresa con sentido único, donde el artista se vuelve un productor básico de materias transferibles a públicos varios.
¿Cómo se sostiene la aceptación de un artista?. A través de múltiples campos de intercambio social recibe ciertas compensaciones. Las compensaciones básicas son : dinero y reconocimiento. Evidentemente no puede recibir los mismos porcentajes por cada "valor" equivalente a un beneficio personal, en cada tipo de público. Pero nadie le dice cómo "cotizar" (valorar) las diversas formas de recepción pública. Todos los productos pueden ser regulados por tamaños -o porcentajes- de oferta/demanda, pero económicamente no está incluida la respuesta final, que es la experiencia decisiva del cliente. Ese valor inevitablemente repercute en el circuito de oferta/demanda. Es el punto de discordia, que hace que el mercado no sea un intercambio frío y pre-estipulado de productos. La percepción en los productos de características fijas es fácil de medir. El punto "experiencia final" de un artista está casi fuera de parámetros.
El hombre es un espejo de los demás.
La creación de una obra artística es un pasaje a la interioridad del hombre. El rechazo continuo de lo deseante a favor de lo útil en el individuo socializado, vuelve necesario lo artístico como residuo de lo propio. Todo aquello que no puede ser compartible socialmente se vuelve basura o arte. Generalmente el arte es el rescate de lo incompartible. El teatro griego antiguo fue una excusa para no ventilar las propias traiciones personales y las venganzas contra el Padre. El hombre buscó formas metafóricas de decir lo indecoroso, lo reivindicante (cada ofensa es una posición social de inferioridad en reposición). El artista se volvió una negación consentida bajo los patronos que prescribían las diversiones acostumbradas. Como toda negación es producto de una identificación, el arte progresó buscando indicar su opuesto de manera figurada. Eso es lo poético: el arte de crear lo opuesto con disimulo.
Entonces ¿cómo el público sigue dejando pasar ese margen de identificación con el terrorismo? ¿con el odio al jefe de turno? Por medio del chiste o del arte. Siendo reflejo y rechazo disfrazado de tanta maldad institucionalizada en contra de él.
(Continuará...).
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