Por Rodrigo Gómez M.
(Saturno devorando a su hijo (1819-1823) por Francisco de Goya. Saturno en la mitología romana ha sido identificado con Kronos)
El tándem de las manipulaciones capitalistas.
Doblémosle la “mano invisible” a Adam
Smith y démosle a ésta su verdadero significado.
(Recordemos que la “mano
invisible” del mercado es la expresión que utilizó este filósofo moral y economista para
representar un hipotético principio intrínseco de autorregulación del mercado,
que lo llevaría supuestamente a
satisfacer el interés de la sociedad).
En primer lugar aclaremos que existen
dos manos que funcionan coordinadas como partes que son de un mismo cuerpo (que
es el sistema capitalista).
Junto a la verdadera mano del mercado económico –cuya finalidad, lejos de la
justicia redistributiva, explicamos más abajo - está la mano invisible del “padre
institucional”.
La mano invisible del padre
institucional es el cúmulo de prohibiciones y violencias, ya sea
potenciales funcionando indirecta y sutilmente, o explícitas, en acto,
ejercidas por el complejo institucional que coexiste con la “mano invisible”
del mercado económico.
La mano institucional logra su
invisibilidad gracias al mecanismo anticipatorio de “vigilar y castigar”.
La mano del mercado económico no
busca la justicia social o redistributiva, sino preservar, por sobre todas las
cosas, la existencia del valor de cambio y de su espacio de sustentación (el
mercado).
Trabajando juntas estas son las
dos manos del capitalismo.
Una “golpea al hijo”, lo rige y
dirige, la otra controla los demás intercambios sociales más allá de la familia,
a través de su sistema de intercambios de oferta y demanda.
La mano invisible del padre
institucional abusa de nosotros con la doble violencia en la que consiste la
educación pública de una sociedad capitalista y, a algunos nos convierte en
presos políticos por nuestra postura política de rechazo (que a veces puede ser etiquetada
como una especie de “rebeldía
adolescente”), a través de la psiquiatría que es el mecanismo coercitivo utilizado cuando la educación no funciona.
El adoctrinamiento corresponde,
desde la infancia, a la familia y la educación pública.
En las instalaciones de la
educación pública se ejercen sobre nosotros – no por accidente o casualidad –
dos tipos de violencias.
Una es la violencia
paterno-institucional de la imposición doctrinal-normativa.
La otra violencia es la violencia
pulsional residual de los hijos reprimidos desde la familia, que terminan
ejerciéndola entre sí por desplazamiento (formas de acoso escolar que hoy en
día llaman bullying). Tales hijos son
reunidos en estas “granjas educativas” para dirigirlos represiva y
colectivamente hacia las empresas laborales (“matadero” por alienación
subjetiva sistemática).
Kronos o el lado simbólico.
Una vez bosquejados brevemente
los mecanismos fundamentales del funcionamiento de estas dos manos, vamos a ver
a qué nos referimos con Kronos.
En primer lugar, conviene aclarar
que etimológica y míticamente en un primer momento (el de la Teogonía) este Kronos (Κρόνος) no tuvo
que ver con el sentido del tiempo (χρόνος) en
la Antigua Grecia.
Kronos fue un titán, y los titanes fueron las primeras
divinidades de la Antigua Grecia, descendientes de Urano (Οὐρανός, o Ouranos,
“Cielo”) y Gea o Gaia (Γῆ /
Gê
“tierra”), por lo tanto, eran los padres de Kronos.
(En la Teogonía de Hesíodo,
ὁ Οὐρανός es una divinidad engendrada por Gea, que lo alumbra “con sus mismas
proporciones” (ἐγείνατο ἶσον ἑωυτῇ), con la que luego se casará. O sea,
entre otros sentidos que surgen de aquí, es el Cielo como un espejo de la tierra).
Resumiendo bastante la narrativa
mítica, que pueden encontrar fácilmente divulgada a partir de los textos
griegos, podemos decir que Urano no dejaba ver la luz a sus hijos,
reteniéndolos en el seno de su madre.
Kronos, durante la “escena
primaria” de sus padres, un encuentro-emboscada preparado entre Gea y Kronos,
castra y “derroca” simbólicamente a su padre.
Se podría decir quizás que es el primer héroe filial de la antigüedad griega.
Pero como sabemos por la historia del mundo, hay rebeldes o revolucionarios que
terminan convirtiéndose en su opuesto, y así pasó con Kronos que terminó
devorando a sus propios hijos por desconfianza de llegar a ser derrocado por
alguno de ellos.
En resumen, el “viejo orden del
cielo” (poder teológico) fue sucedido por este otro viejo orden terrestre, manifestado por el capitalismo y su formas
seculares de poder.
Éste relato mitológico puede ser
estructurado e interpretado como el viejo antagonismo o lucha entre padre e
hijo, del cual la dialéctica hegeliana amo-esclavo sería una de sus distintas versiones.