Por Rodrigo A. Gómez M.
El economista austriaco Christian Felber (Salzburgo, 1972) ha mantenido una
postura crítica hacia la globalización y el neoliberalismo económico. Fue
fundador del movimiento Attac, asociación nacida a finales de los 90, que
promueve el control de los mercados financieros a nivel internacional, y ha
publicado libros donde concentra sus comentarios sobre la forma de la economía actual,
y en “La economías del bien común” (2012) plantea de manera accesible y ordenada
las propuestas por medio de las cuales se puede reducir esta actitud devoradora y ultra competitiva, que domina
tanto en los mercados financieros, como en nuestra vida cotidiana de manera
preocupante.
Menciona las consecuencias de la
economía de libre mercado capitalista:
1. Concentración y abuso de poder.
2. Interrupción de la competencia y formación de cárteles.
3. Localización de la competencia. (Las grandes empresas se adueñan de los
mercados locales y prevalecen con sus intereses sobre los intereses locales).
4. Política de precios ineficaz.
5. Polarización y miedo sociales.
6. No satisfacción de necesidades básicas y hambruna.
7. Destrucción ecológica.
8. Pérdida de sentido.
9. Deterioro de los valores.
10. Supresión de la democracia.
(Pp. 41-45)
Dos factores nucleares que evidentemente están dominando en el desarrollo
de las empresas actualmente son: la competencia y la búsqueda imparable del
propio beneficio. “La economía de libre mercado se basa en un sistema de normas
que potencian la búsqueda de beneficios y la competencia. Estas pautas
incentivan el egoísmo, la codicia, la avaricia, la envidia, la falta de
consideración y de responsabilidad.”(Pág. 29).
El estado actual del mercado global
favorece la competencia, y en distintas esferas de la vida esta forma de hacer
va modelando nuestra manera de ser, como decía Humberto Maturana en “Emociones
y lenguaje en educación y política.”: “uno se forma como
estudiante para entrar en la competencia profesional, uno hace de su vida
estudiantil un proceso de preparación para participar en un ámbito de
interacciones que se define en la negación del otro bajo el eufemismo: mercado
de la libre y sana competencia. La competencia no es ni puede ser sana porque
se constituye en la negación del otro.”(pág.6). Luego reafirma y precisa: “La
sana competencia no existe. La competencia es un fenómeno cultural y humano y
no constitutivo de lo biológico. Como fenómeno humano la competencia se
constituye en la negación del otro.”(pág. 6).
Adam Smith, el economista y filósofo
escocés, creía en la
capacidad autorreguladora del libre mercado, según la cual si cada uno de los
participantes en este comercio cotidiano aportaba lo suyo, movido tan sólo por
su interés personal, como agente activo de la actividad económica, se
produciría una distribución eficaz de
los recursos y productos entre los integrantes del mercado, que llevaría al
bienestar de la mayoría. Pero como explica Felber: “Puede existir un nexo entre el beneficio y el bien común, la esperanza
de Adam Smith no procede de la nada, pero no tiene por qué. Un beneficio financiero elevado puede ir acompañado
igualmente de destrucción de puestos de trabajo y de seguridad social, de
discriminación sexual, de la fabricación de productos peligrosos, de la
destrucción del medio ambiente, de evasión de impuestos o de la financiación de
partidos políticos. Deberíamos medir directamente
en las empresas aquello que anhelamos en vez de desviarnos a través del
beneficio financiero que dice realmente muy poco de la auténtica
finalidad.”(Pág. 51).
Una iniciativa rectora que
permitiría reorientar el sentido y accionar de la actividad económica en muchas
empresas, es la idea de llevar un “balance del bien común”. “Los cinco puntos
que se miden en el balance, y me repito, no son nada nuevo porque ya se
encuentran en la mayoría de las constituciones y de leyes fundamentales:
dignidad humana, solidaridad, justicia, sostenibilidad medioambiental y
democracia.”(Pág. 53). Este balance permite evaluar los valores sociales y
ecológicos que aportan las empresas, ya que el objetivo fundamental de la
existencia de las empresas es aumentar el bien común. El dinero debería “ser un
instrumento comercial y no un objetivo”. “La finalidad del esfuerzo de las
empresas, su compromiso social, se traduce en el balance del bien común. El
beneficio pasa de ser finalidad a convertirse en medio.”(Pág. 67). Lo que se
busca es “poner límites para reconducir por un camino más coherente los excesos
del capitalismo, el querer acumular y acumular.”(Pág. 67)
Algunos de los diecisiete
indicadores del bien común que pueden medirse en este balance son: la utilidad
de los productos/servicios, las condiciones laborales, si la empresa produce de
manera ecológica, el trato a los clientes, la solidaridad de la empresa con
respecto a otras empresas, el reparto de ingresos, el trato y remuneración que
reciben las mujeres, si se toman las decisiones democráticamente.
En esta economía del bien común se
aplican incentivos para que las empresas opten por la cooperación en vez de
competir, entre estos incentivos estarían las ventajas crediticias o de
carácter impositivo.
Algunos de los modos en que las
empresas pueden cooperar entre sí:
-compartiendo conocimientos;
-cediendo pedidos;
-cediendo mano de obra;
-ofreciendo préstamos sin
intereses o procurándose mutuamente compensaciones de liquidez.
Entre los comportamientos
agresivos que se podrían evitar, y los medios para lograrlo están:
-establecer un sistema de
información de sus productos igualitario, en vez de emplear publicidad masiva;
-evitar el dumping en los precios
para conquistar y acaparar mercado;
-no apropiarse de patentes con el
único fin de bloquearlas;
-no absorberse unas a otras. (Pp.
83-84)
Un aspecto importante de esta forma de redirigir lo social, es el
fortalecimiento de la democracia, y como un manera de alcanzar la democracia
directa y participativa, plantea básicamente tres pasos:
-Primer paso: Cada ciudadano o
grupo de ciudadanos puede reunir argumentos que apoyen una ley deseada.
-Segundo paso: Si esta propuesta
de ley encuentra suficientes seguidores, por ejemplo la mitad de un 1 por
ciento de la población con derecho a voto, se efectúa una petición de
referéndum a nivel nacional.
-Tercer paso: Si esta petición de
referéndum –recogida de firmas en los centros electorales de todo el país-
supera este obstáculo ampliamente, por ejemplo un 3 por ciento, se somete a un
referéndum nacional obligatorio, cuyo resultado pasa a ser un decreto ley
vinculante. (Pp. 169-170).
En cuanto a la educación propone
seis areas de educación que son fundamentales para el desarrollo del ser
humano. A) educación emocional, b) educación ética, c) educación
comunicacional, d) educación para la democracia, e) educación para descubrir la
naturaleza y f) conocimiento del cuerpo. Un aspecto importante como base para
profundizar el desenvolvimiento y desarrollo espiritual, está integrado en la
educación ética, donde señala: “También aprenden los principios éticos básicos
de las distintas corrientes filosóficas y religiosas en una visión general.”.
En el ámbito del conocimiento del propio cuerpo, se propone una busqueda de
intensificar las experiencias de lo sensible, comenzando desde la infancia:
“Se puede empezar con juegos, baile y acrobacias en grupo y más tarde, tras la
pubertad, se puede completar con trabajo corporal, masajes, terapias de
energía, yoga y meditación.” Esto me hace vincularlo a una iniciativa de
formación integral, elaborada por un grupo de científicos liderados por un biólogo
y guía espiritual ruso llamado Vladimir Antonov. Un enfoque didáctico similar
sería, a mi modo de ver , una propuesta complementaria eficaz, desde lo
individual - grupal, a los puntos de vista globales y económicos de Felber. Sin
estar de acuerdo con algunas de las opiniones o explicaciones de Antonov, ni
centrándose en un movimiento específico, temas como la “Autoregulación psicológica” o
la “Formación y corrección del destino”, pueden ser favorables al desarrollo de
una “ecología del ser humano en el espacio multidimensional”, como se señala en
uno de los títulos al inicio del libro “Ecopsicología”. “Tender los fundamentos
de la actitud espiritual (que está basada en el amor) hacia las demás personas
y a todos los seres vivos – se puede leer en un sitio web dedicado a esta
visión holística- desarrollando las destrezas necesarias para llevar un estilo
de vida saludable, expandiendo los horizontes, y enseñando las ideas básicas
acerca del sentido de nuestras vidas en la Tierra.”. Todo ello me hace
recordar las ideas educativas de Rudolph Steiner y la antroposofía, de la cual
también se podrían reactualizar propuestas de enseñanza.